Enfermedad de Wilson

17/12/2022

También conocido como: enfermedad por depósito de cobre, degeneración hepatolenticular, toxicidad hereditaria por cobre

¿En qué consiste?

La enfermedad de Wilson consiste en un trastorno genético hereditario asociado a una alteración del metabolismo del cobre por el que se acumula un exceso de cobre en el organismo, principalmente en hígado y cerebro. El cobre es un mineral esencial aportado por  la dieta e incorporado a unos enzimas que desempeñan una función importante en la regulación del metabolismo del hierro, en la formación del tejido conectivo, en la producción de energía a nivel celular, en la producción de melanina y en la función del cerebro y el sistema nervioso central. 

El cobre se absorbe a nivel intestinal, se une a una proteína transportadora y se vehiculiza hasta el hígado. El hígado almacena el cobre que le llega aunque la mayor parte se destina a la unión con una proteína conocida como apoceruloplasmina, para sintetizar la ceruloplasmina. Aproximadamente un 95% del cobre en sangre circula unido a la ceruloplasmina y el porcentaje restante lo hace unido a otras proteínas como la albúmina. Tan solo un pequeño porcentaje de cobre circula en forma libre (no unida) en sangre. Normalmente, el exceso de cobre se elimina por la bilis y finalmente por las heces; una pequeña parte del cobre se elimina por la orina.

La enfermedad de Wilson se hereda de una forma autosómica recesiva lo que significa que para manifestar la enfermedad se tienen que heredar dos copias mutadas del gen, una de cada progenitor. Las personas que sólo heredan una copia mutada son portadoras de la enfermedad sin presentar signos ni síntomas de la misma, pero pueden transmitir la mutación a su descendencia. 

El gen mutado en la enfermedad de Wilson es el gen ATP7B. Este gen es necesario para que el cobre se pueda unir a la apoceruloplasmina y para poder excretar el mineral por la bilis. Si la persona es homocigota para la mutación (se han heredado las dos copias del gen mutadas) el cobre se acumula en exceso en el hígado y la concentración de ceruloplasmina en sangre está disminuida. A medida que se va acumulando el cobre aumenta la toxicidad por este mineral que se traduce en un daño sobre las células y estructuras del hígado y en la liberación del cobre hacia la sangre, de manera que alcanza a otros órganos en los que se deposita, como por ejemplo cerebro y riñones. La concentración de cobre libre (no unido) en sangre aumenta y ocasiona un daño oxidativo en las células. Las personas afectadas presentan signos y síntomas de disfunción hepática, lesión neurológica o ambas cosas a la vez. La gravedad de la afectación depende tanto de la mutación heredada como de la idiosincrasia.

Aproximadamente 1 de cada 30.000 personas en los Estados Unidos tiene la enfermedad de Wilson y se estima que hasta 1 de cada 90 son portadores de una variante patogénica. Actualmente se conocen unas 40 variantes normales y más de 260 mutaciones distintas del gen ATP7B; estas últimas son las que se asocian a la enfermedad. La prevalencia de estas mutaciones depende de la raza y del área geográfica, siendo unas mucho más frecuentes que otras. Las personas con la enfermedad pueden presentar dos copias con la misma mutación genética o con dos mutaciones diferentes.

Acerca de la enfermedad de Wilson

Signos y síntomas

Las personas con la enfermedad de Wilson y afectación hepática presentan manifestaciones clínicas ya desde la infancia; las que presentan afectación cerebral pueden desarrollar  durante la adolescencia o en las primeras etapas de adulto sintomatología neurológica y de carácter psiquiátrico. No obstante, es posible que se presenten los primeros signos y síntomas de la enfermedad desde los tres años de edad hasta una vez alcanzados los 50 años.

Los depósitos de cobre en el hígado pueden ocasionar hepatitis aguda o crónica y progresiva, así como cirrosis; entre los signos y síntomas se incluyen:

Si existe afectación cerebral se puede presentar:

  • Distonía.
  • Rigidez de la musculatura facial.
  • Temblores.
  • Movimientos oculares anómalos.
  • Alteración de la marcha.
  • Dificultades para hablar y tragar.

También pueden presentarse alteraciones del comportamiento como depresión, paranoia, impulsividad, obsesión, agresividad y menor capacidad de atención.

Aproximadamente un 50% de las personas con afectación hepática y un 90% de las que tienen afectación cerebral presentan los anillos de Kayser-Fleischer, debidos al depósito de cobre en forma de anillo en la periferia de la córnea.

Algunas personas con la enfermedad de Wilson pueden presentar anemia, hematomas de fácil aparición, dolor articular y/o disfunción renal.

En el caso de no tratarse, la enfermedad de Wilson empeora de manera progresiva e incluso puede ser fatal. La detección y el tratamiento precoz de la enfermedad permiten que los individuos afectos puedan llevar una vida prácticamente normal. A pesar de que lo habitual es que el daño hepático y el neurológico persistan, en algunos casos el tratamiento puede incluso mejorarlos.

Pruebas relacionadas

El objetivo de las pruebas es diagnosticar la enfermedad de Wilson, evaluar su gravedad, distinguir entre portadores y afectos por haber heredado las dos copias del gen mutadas, descartar otras causas de afectación hepática y neurológica y monitorizar la eficacia del tratamiento. Las pruebas también son útiles para identificar a familiares portadores o que todavía estén asintomáticos, y ocasionalmente para la evaluación prenatal.

Pruebas de laboratorio

Al obtener la muestra para el análisis debe evitarse cualquier posible contaminación con cobre. Es recomendable repetir las pruebas en el caso de que los primeros resultados estén alterados. Existe cierto solapamiento de valores entre los resultados de los portadores de la enfermedad y los que la padecen pero todavía están asintomáticos. Debe recordarse que otras enfermedades también pueden ocasionar aumentos del cobre en sangre y su acumulación en el organismo. En los adultos puede resultar difícil distinguir la enfermedad de Wilson de otras formas de hepatitis

Entre las pruebas de laboratorio para el diagnóstico y/o monitorización del tratamiento se incluyen:

  • Ceruloplasmina: normalmente disminuida, aunque puede ser normal en un 5% de los individuos con afectación neurológica y un 40% de los que tienen afectación hepática.
  • Cobre total en suero: normalmente disminuido.
  • Cobre libre en suero (no unido a ceruloplasmina): normalmente aumentado.
  • Cobre en orina de 24 horas: normalmente aumentado. 
  • Cobre en hígado: analizado a partir de una biopsia de hígado, útil para el diagnóstico. Sin embargo, los depósitos de cobre en el hígado no se distribuyen siempre de manera uniforme. 

La siguiente tabla resume el resultado de estas pruebas.

Pruebas moleculares

En algunos laboratorios especializados también se dispone de pruebas moleculares que permiten identificar las mutaciones, tanto de enfermos como de portadores. A veces puede intuirse la gravedad de la afectación en función de la mutación identificada, aunque no se puede predecir la gravedad de la enfermedad, ni las complicaciones o afectación orgánica que presentará un individuo determinado. Es posible que una misma mutación en miembros de una misma familia se manifieste con diversos grados de gravedad. Entre estas pruebas moleculares se incluyen:

  • Gen ATP7B: se analiza en bloque una serie de las mutaciones más prevalentes en una zona geográfica determinada o en un grupo étnico concreto.
  • En el caso de identificar una mutación en un individuo, se pueden analizar muestras de familiares para saber si son portadores de la misma mutación.
  • Se puede secuenciar la totalidad del gen para examinar el gen completo en busca de variantes. Esta es la prueba más completa.
  • También se puede analizar sangre de padres, hermanos u otros familiares para comparar la información genética de zonas próximas al gen ATP7B.

Por otra parte, se pueden solicitar otras pruebas de laboratorio para evaluar la función de distintos órganos y sistemas, como:

Otras pruebas ajenas al laboratorio

Además de la exploración clínica y de los antecedentes familiares, suele realizarse:

  • Examen ocular (con una lámpara de hendidura para intentar visualizar los anillos corneales de Kayser-Fleischer).
  • Exploración clínica y antecedentes personales y familiares.
  • Resonancia magnética del cerebro.
  • Tomografía computarizada del cerebro.

Tratamiento

La enfermedad de Wilson no se puede prevenir ni curar, pero puede controlarse de manera satisfactoria. Los síntomas, las complicaciones y el tratamiento varían de persona a persona, incluso entre familiares con la misma mutación.

Los objetivos del tratamiento en las personas con la enfermedad de Wilson sintomáticas consisten en disminuir la cantidad de cobre acumulada, prevenir que el mineral se vuelva a acumular, preservar la función hepática, neurológica y renal, y minimizar las complicaciones asociadas a la enfermedad y al tratamiento.

Las personas con la enfermedad pero que todavía están asintomáticas (por ejemplo: familiares) se suelen tratar para evitar la acumulación de cobre. A los portadores de la enfermedad se les proporciona consejo genético y raramente se les administra tratamiento.

Normalmente se administra algún fármaco quelante como D-penicilamina o trientina (dihidrocloruro de trietilentetramina) para favorecer la excreción de cobre por la orina y evitar que el mineral se almacene. Se establece una monitorización para detectar efectos colaterales, ya que los fármacos administrados pueden hacer disminuir el recuento de hematíes, el recuento de leucocitos y el recuento de plaquetas; además pueden ocasionar náuseas, fiebre y alteraciones cutáneas. Algunas personas necesitan tomar la medicación durante mucho tiempo; a otras se les puede cambiar el tratamiento y administrarles zinc una vez que los depósitos de cobre se consideran normales. El zinc a altas dosis inhibe la absorción de cobre.

Por otra parte, la dieta que deben seguir las personas con la enfermedad de Wilson debe ser pobre en cobre. El control del aporte de cobre y el tratamiento deben mantenerse durante toda la vida. El tratamiento puede variar, pero nunca debe discontinuarse. En el caso de no tratarse, la enfermedad de Wilson puede tener una evolución fatal, afectando a los órganos de manera permanente. En algunos casos puede ser necesario un trasplante de hígado.

Pueden recomendarse antioxidantes como la vitamina E para prevenir la afectación hepática y de otros órganos.

Enlaces

Pruebas relacionadas: 

Cobre

Ceruloplasmina

Estados fisiológicos y enfermedades:

Enfermedad hepática

Cirrosis

Hepatitis

En otras webs:

Asociación Española de Familiares y Enfermos de Wilson

Clínica Universidad de Navarra (CUN): Enfermedad de Wilson

Asociación Española de Pediatría (AEP): Enfermedad de Wilson

EuroWilson

Wilson Disease Association

American Liver Foundation: Wilson Disease

National Institute of Diabetes and Digestive and Kidney Diseases: Wilson Disease

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